Valoración 5 estrellas
Cuando estamos acostumbrados a tener todo, lo raro es no tenerlo. Solo sabemos pedir más y más porque creemos que todavía tenemos poco. De hecho, tratamos de compararlo con lo de otros y ponemos estrellas como si nos fuera la vida en ello. Desde "pésimo" a "excelente" hemos valorado todo, desde la educación hasta los restaurantes, pasando por viviendas, hoteles, tiendas...
De hecho, incluso en los lugares mejores valorados siempre hay algún punto negativo o al menos a mejorar. Porque nada es lo suficiente bueno para nosotros como para decir que es lo suficientemente extraordinario como pensábamos. Probablemente sea un problema de nuestras expectativas que siempre están muy altas. Con esto no quiero que no tenemos un margen de mejora, ya que, yo nunca me voy a la cama sin haber aprendido algo nuevo.
Os voy a contar una situación real:
Esta mañana, al coger un subrayador azul color pastel no pintaba, se había quedado sin tinta. Atención: ¡DRAMA! Todo se debe a que yo tengo un código de colores para los apuntes, y a esto le sumamos mi pequeño TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) con que tienen que ser pastel. He estado buscando por todos los estuches de la casa y no he encontrado otro del mismo color. ¡Socorro cerebro necesito una respuesta rápida! El pensamiento más automático ha sido "bajar a la papelería", pero claro, mi pequeño cerebro no contaba con que estuvieran cerradas todas. Segunda opción, buscar en Amazon. ¡Gran Salvador! Rápidamente el gran buscador me ha mostrado cientos de resultados y ahí estaba la maravillosa opción "prime" en la que el lunes el repartidor me dejaba el pack de subrayadores en la puerta (eso sí, sin contacto). Pero, ¡cuidado! Justo en ese momento cuando iba a dar al "comprar ya" mi cerebro ha vuelto a utilizar el habla interna. ¿Verdaderamente lo necesito? Y como si de un truco de magia se tratará todo ha vuelto al momento en el que está subrayando y la necesidad ha desaparecido.
Sin embargo, aún en este momento tengo que tener cuidado, porque aunque mi cabeza se ha autoconvencido de que no era buena idea comprarlo, las cookies ya se encargan de repetir continuamente en redes la imagen de subrayadores y volverme a crear esa necesidad. Y así, cada día, se pasan tantas y tantas cosas a las que estamos acostumbrados a acceder rápidamente y que nunca prestamos atención. Luchan cada día por captar nuestra atención más inconsciente y crear el deseo de comprar una cosa sin antes haber oído ni siquiera hablar de ella.
A todo esto, si nos paramos a pensar podemos ir más allá. Si yo hubiera podido bajar al establecimiento muy probablemente o en otras ocasiones habré pensado en lo majos o bordes que son, en si estaban sonriendo o tenían mala cara, si tenían lo que buscaba con las características específicas... pero pocas veces nos hemos parado a valorar el esfuerzo que suponía tener esa tienda abierta, mantener a los trabajadores, el trabajo de los transportistas, de los fabricantes, poder pagar el producto...
Hemos crecido en el momento del "aquí y ahora". No sabemos esperar porque creemos que tenemos el derecho de tener en el momento que deseamos lo que queremos. Sin embargo, estos días nos dan una lección. eso sí, a mucha a menor escala que en muchísimos países del mundo. Tener cubiertas las necesidades básicas y no tan básicas es un privilegio. No podemos seguir perdiendo el tiempo en valorar como malo cuando nos están ofreciendo lo bueno de lo extraordinario.
Un reto para estos días podría ser que nosotros mismos nos empezáramos a autoevaluar y a ponernos las 5 estrellitas. Desde el 1 ("solo es un antojo") hasta el 5 ("necesito para vivir"). Y quizás, sea en este momento en el que sí haya un margen de error porque hayamos conocido nuestros puntos débiles y fuertes. Y quizás sea en este momento en el que podamos empezar a compararnos con nuestro pasado y nuestro futuro. Y quizás sea en ese día a día, cuando empezamos a valorar nuestra superación. Porque creo que debemos hacer un esfuerzo para vivir cada día siendo un poquito más feliz con un poquito menos.
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