Mirar más allá

Llevo una semana un poco desconectada intentando volver a conectar. Una de mis principales inquietudes ha sido intentar redirigir mi mirada. ¿Hacia dónde? 
En primer lugar, hacia una nueva realidad. Hemos pasado del confinamiento a la fase 0, sin haber conseguido pasar el examen "fase 1". Y sin embargo, ¿qué hemos avanzado? Verdaderamente me preocupa que después de todo no hayamos cambiado nada. Parece que dos meses, para muchos, han pasado en vano y ahora todo lo vivido se queda en bailes y aplausos. Que sí, que ha habido momentos de agradecer y de sentirnos unidos, pero no podemos olvidar que esos "respiros" eran pequeños espacios temporales en medio de una tempestad que dejaba a muchos "sin respiro". Pasar de Marzo a Mayo en un suspiro, no ha sido un viaje mágico en la máquina del tiempo, sino que ha sido una carrera de resistencia como tantas y tantas veces hemos recordado. Y ahora, ¿dónde ha quedado todo eso? Es necesario mirar atrás.

En segundo lugar, miro hacia mi día día actual y mi rutina. Recuerdo, cuando echaba de menos ese ritmo ajetreado de un sitio para otro, sin tiempo casi de respirar. Pero, es curioso, que ahora he organizado esa rutina en mi semana, y en dilema es: ¿cuándo hay tiempo para pasear? Evaluaciones, clases, trabajos, videollamadas, tiempo compartido con los de casa... ¿dónde ha quedado espacio para todas mis anteriores "obligaciones"? La verdad que da vértigo volver a salir, pero ¿por qué ahora nos asusta cuando antes lo deseábamos? Personalmente, creo que hemos hecho una mudanza de nuestra zona de confort exterior a una mas interiorista. ¿Os acordáis cuando nos planteábamos como sería volver a salir de casa? Y ahora, ¿dónde está la necesidad de salir? De nuevo, qué facilidad de adaptación y acomodación tenemos la especie humana. Habiendo probado la experiencia interior (cabaña) y la exterior (vivac), quizás podría ser buen momento para diseñar en qué merece de verdad la pena que invirtamos el tiempo. Es necesario mirar el día a día.

Ahora, si hay algo que verdaderamente me tiene en vilo es el poder de mirar a los demás. Puede que parezca algo fuera de lo común, pero hay algo que no puedo controlar y es ir mirando siempre por la calle a las personas con las que me cruzo e intentar pensar cómo miran ellas, es decir, cómo es su mundo. Sin embargo, esta distracción tan particular es misión imposible en esta última semana. Hasta ahora siempre he creído que mirar a los ojos de una persona sería conocer, desde el punto de vista más sincero, a una persona. Pero, cuando salgo a pasear me está siendo difícil poder encontrarme con una mirada profunda, sincera, interpretable y capaz de transmitir algo más allá. Parece que estamos incompletos, que nos han pixelado la parte más emocional y auténtica, nuestra expresión. De hecho, parece que vamos escaneando a cada persona con la que nos encontramos no sea que por algún casual la conozcamos pero no hayamos sido capaces de reconocerla con el "nuevo look". A mí me cuesta mirar más allá, pero también me ayuda a ser consciente de que esta vuelta a la nueva realidad no es un camino de rosas y de arco iris, y que de alguna forma, esta carrera ha dejado una huella en nosotros. Si, estaréis pensando que antes he dicho que hay a gente que se le ha olvidado, pero las mascarillas son símbolo de que la meta todavía no ha llegado. 

Y es que, ejemplo de ello, es las veces que hemos salido y nos encontrado con alguien conocido y la pregunta ha sido, ¿cómo estáis? ¿todos bien? Y las respuestas, podrían resumirse en un "ahí vamos tirando"...  Porque mirar al futuro es mirar a la incertidumbre de cada día que sigue caminando con nosotros. ¿Dónde poner ahora mi mirada? Eso sí, sabiendo que en cualquier momento las cosas pueden volver a cambiar y volver atrás. Recuperando paso a paso y volviéndonos a cruzar, en la distancia, con las flechas que también han sufrido su propio esfuerzo. Partir de un cruce de caminos, que ha supuesto sacrificio para empezar a mirar y diseñar una nueva realidad.

MIRAR MÁS ALLÁ

Cuando alguien tiene una operación siempre queda la cicatriz, y no es hasta después de un tiempo (con suerte) cuando consigue desaparecer. Para mí, las mascarillas pueden ser esa cicatriz, símbolo de una batalla aún no zanjada. Guerra invisible que además de consecuencias físicas sobretodo ha tocado lo más profundo de la emoción. Mirar más allá, implica ponernos en la piel del otro sin saber qué es lo que guarda debajo. Pero como toda cicatriz, tiene su función: enseñarnos que no podemos ir demasiado deprisa porque las heridas de guerra necesitan tiempo para desaparecer.
Y como decía el Principito "He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos". Mirar más allá es cambiar la mirada de los ojos al corazón, pasar de percibir a recordar que no es más que volver a pasar por el corazón. Una mirada atrás sincera del recuerdo de lo que yo he vivido, lo que tu has vivido y lo que otros han vivido; para cruzarnos en el camino y empezar a mirar en profundidad.

Comentarios

  1. ¿Sabes qué? Así, con la mascarilla, tus ojos me devuelven a la niña que conocí, y me traen muchos y buenos recuerdos.
    Y me hace pensar que, cuando me cruce con otros que lleven mascarilla, también puedo mirarlos con ojos de niña, en el sentido de abrirme a la nueva realidad, a confiar también...
    Gracias. Un abrazo y felicidades por todo el trabajo interior que vas haciendo y que compartes.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias. Hay que tener paciencia y mirar mucho sabiendo que no podemos mirar como antes.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

"Entre dos aleteos"

Inquietudes Desactivadas

🌈Resiliencia