Brindamos por ti Antoñito


Toda vida tiene un principio y un final, pero lo que la da sentido es el camino que une ambos puntos. Tu vida ha comenzado y acabado en el mismo punto, una persona siempre alegre, buena y que se deja cuidar. Puede que hayas acabado olvidando todo lo que durante ese camino has ido adquiriendo, puede que muchos pensamientos se hayan quedado sin salir en forma de palabras y puede que tus caminatas Bravo Murillo arriba y abajo se hayan quedado en costosos pasos de la habitación al salón con ayuda, sin embargo, hay algo que siempre ha estado y estará: tu gran corazón. 

Poco tiempo pasó desde que dejaras de trabajar hasta que tus neuronas comenzarán poco a poco a fallar. Tus solitarios comenzaron a hacer trampas, y las palabras se cruzaban sin sentido. Desde ese momento, aunque hayan pasado más o menos 9 años hemos hecho todos juntos una carrera de resistencia, que sin darnos cuenta cada vez ha ido borrándote un poquito más. Eso si, tu sonrisa y presencia silenciosa siempre ha hecho que el camino sea más fácil, y que día a día hayamos ido aprendiendo a comprender un poco mejor cómo podríamos hacer tu rutina un poquito más fácil siempre siendo flexibles a las circunstancias. 

Hombre trabajador como ninguno, de los que abrían el metro de Madrid a diario y tenía un largo camino hacia su lugar de trabajo. La madera para ti era plastilina y ni una gran caída pudo impedir que siguieras haciendo lo que más te gustaba que era tu trabajo. Porque si, siempre has sido constante en todo lo que te has propuesto, campeón y luchador hasta el final, con una pelota de goma cuando tu lesión o con tu fuerza de voluntad y colaboración siempre.

Las películas del oeste que a ti tanto de gustaban se quedan cortas en comparación con todas las aventuras que hemos vivido contigo. Si, hemos VIVIDO y en mayúsculas, y es algo por lo que podemos dar muchas gracias. Y es que, a pesar de nuestra carrera de resistencia, tú siempre has ido poniendo de tu parte todo lo que has podido, y hemos ido todos juntos siempre, sin dejar que tu memoria se apagará ni un segundo. Desde nuestros conciertos en los que intervenías con tu nota también, hasta los cumpleaños o celebraciones de todos en los que nos faltará el comentario del abuelo de Dioni: "¿Hoy no ha venido Antonio? Es que no lo he escuchado", hasta los veranos pensando estrategias para llevarte a Puerto (donde ahora ya descansas fresquito).

Mucha gente te ha conocido a lo largo de tu vida, y no es por nada, pero todos hablan maravillas de ti y te tienen muchísimo cariño. Siempre en un segundo plano de palabras, pero en primer lugar de corazón y hechos. Nunca te has quejado de nada, pero siempre has estado presente como el socorrista que vigila la piscina o a nosotros mismos mientras crecíamos. 

Y es que crecer contigo ha sido un aprendizaje continuo, de esos que están tan de moda basados en la experiencia. Quizás nunca nos hayas dado ningún consejo, ni nos hayas dicho no hagáis eso o haced lo otro. Por el contrario, nos has enseñado lo más importante que hay en la vida y que es el AMOR. Eso sí, siempre de la mano de tu otra compañera de camino y llena de tanta fuerza como es abuela. Entre los dos hemos aprendido lo que es amar sin límites, un amor de los que están en peligro de extinción, y que es mucho más profundo que un compartir. Ha sido un darse sin medida por y para el otro, cada uno a su forma, pero con miradas que reflejan una vida extraordinaria compartida en plenitud para lo bueno y lo malo. Una pareja nueva y actual, que se iba adaptando a las circunstancias de los viajes por trabajo, los cuidados de otros familiares, sus hijas, sus nietos y la enfermedad. Pero, siempre un amor como el del primer día, un amor ciego, sin límites y siempre inquieto por seguir viviendo nuevas experiencias juntos. 

Ni una pandemia ha podido contigo, y habiendo vivido meses tan díficiles, sabemos que no podemos más que dar las gracias a Dios. Parece que has estado como otras veces, esperando a que llegáramos a verte, a poderte hacer un poquito de rabiar y tenerte cerca. Hemos tenido mucha suerte, hemos podido cogerte de la mano antes de irte al hospital, y poderte repetir una y otra vez "tranquilo, estamos contigo, y te queremos mucho mucho". Y es que, algo en mí decía que iba a ser nuestra última vez aquí, pero igual algo en mí dice que siempre vas a estar a nuestro lado. Nosotros sabemos que tu ya vuelas alto, y que allá donde estás vas a poder descansar por fin, sin que esta carrera de resistencia acabara un poquito más contigo. Y es que, has llegado a la meta por todo lo alto Antoñito, como un campeón, un luchador, una persona feliz y bien querida por tantas y tantas personas del mundo. 

Qué difícil y duro va a ser ir a comer los domingos y no tener que intentar afeitarte cuando te duermas, no tener que quedarnos contigo para que abuela pueda ir a algún sitio, que tengamos que convencerla para que te baje un poquito a la calle y empujemos de tu silla, no oír sonar a tu pollo o ver tus ojos silenciosos que nos miran con tanto tanto cariño. 

Aquí dejas a tu familia que tanto y tanto te hemos querido y cuidado, pero nos quedamos con nuestros recuerdos y sobretodo, con todo el AMOR que hemos compartido. Todos llevamos un poquito de ti, porque gracias a una vida contigo somos hoy lo que somos, y lo mejor que podemos hacer es seguir tu ejemplo, generosidad y constancia con los demás. 

Hoy los "QUE" imparables, tu energía y tu fuerza, tus animalitos, tu silla, tus espesantes y tus juguetes se han silenciado, han dejado de cumplir su función de apoyo. Ahora toca que vuele solo tu corazón, que es lo que siempre ha seguido funcionando, lo que ha permanecido ausente de palabras pero traducido en tus ojos y en tus gestos.

Dicen que una persona siempre permanece mientras se la recuerda. Sabemos que una parte de nosotros se va contigo, y una parte de ti se queda en nosotros. Sobretodo lo más importante para ti que es abuela, a la que por lo menos la daremos la misma o más caña que ella te ha dado a ti, porque toda la energía que tiene es gracias a la gasolina que ese AMOR la ha ido recargando, y ahora, es momento de que ese amor que nos conmueve a tantos, nos empuje a movernos hacia delante. 

"Jigo, jacha, jiguera", prepara tu bolsita negra de viaje, tus herramientas, tus gorras, tu pajarito... Ahora te toca descansar. Y una última palabra, GRACIAS por tanto que nos has enseñado, dedicado, querido y acompañado, ojalá llegar a tener algún día al menos la mitad del AMOR que nos dejas y has compartido, especialmente con abuela. 

Brindamos por ti Antoñito,
cuídanos un poquito desde allí, 
nosotros desde aquí siempre te recordaremos

Comentarios

  1. Pero que preciosidad de palabras le dedicas al abuelo, que bonito leer todas las cosas que le dices, siempre que alguien muere se le suele alabar pero a este bendito abuelo las palabras que le dices son la pura realidad, no lo puedes describir mejor. Un besito mi niña y que Antoñito con todos nuestros familiares que se han marchado nos esperen en el Cielo.

    ResponderEliminar
  2. Impresionante homenaje, Laura.
    Orgullosisimo de ti.

    ResponderEliminar
  3. Preciosas palabras. Enhorabuena por darles luz y plasmar tanto AMOR en el texto.

    ResponderEliminar
  4. Qué Palabras profundas seductivas y fascinates a Tu abuelo , Laura. Desvelan un corazon quebrantado, pero lleno de Esperanza y de gozo. Mucho animo

    ResponderEliminar
  5. Precioso Laura, la realidad la has descrito en palabras!

    ResponderEliminar
  6. Maravilloso lo que has escrito Laura. Tu abuelo siempre estará con nosotros. D.E.P.
    Allí donde esté siempre nos dará fuerte y AMOR.
    Yo también le digo: " hasta siempre Antoñito, te queremos".

    ResponderEliminar
  7. Dice Eclesiastés 7:1
    “mejor es el día de la muerte que el día del nacimiento”.
    Esta es una máxima universal en el sentido de que las personas se labran un nombre por su derrotero en el trayecto de su vida.
    No todos pueden decir que haya sido bueno (ese nombre), aunque eso no significa que no nos apene cuando alguien fallece. Pero en el caso de mi tio Antonio, pocos pueden competir con él.

    Sencillo como pocos.

    Sin ninguna de esas ambiciones personales que hace que la gente se mida y compita continuamente, pero sin negociar con lo más importante: su familia. Aquí sí podía ser el más ambicioso e implacable de todos, duro como el granito.

    Trabajador como ninguno. No tenía límites, ni fronteras.
    Por ejemplo no necesitaba ni quería un coche, si él podía realizar sus tareas las hacía y sin excusas. Iba donde fuera, Se buscaba la vida y sin comprometer a nadie. Era autónomo y suficiente, no debía nada a nadie. No hay ni un deudor que le pudiera reclamar algo, ni siquiera su familia. Pues en darles amor y cariño cumplía con creces, sino me remito a las pruebas, sólo tenéis que leer los comentarios de su nieta Laura, y como su familia ha reaccionado durante su enfermedad.
    Eso solo es fruto del dechado que él les dejó.

    Tengo que destacar la resistencia y fortaleza de mío tío y su familia en el proceso de una enfermedad nada fácil para ellos en conjunto en contraste con mi gran debilidad personal al verle sus capacidades mermadas.
    Me dolía enormemente. Sin embargo vosotros camaleonicamente hablando supisteis estar a la altura de las circunstancias a la vez que manteníais su dignidad intacta.
    La educación de las personas contrasta con las que no la tienen, porque saben meterse en el pellejo de cualquier persona y en eso vosotros habéis sacado matricula de honor.

    Eso que me llevo y ahora me siento un poquitín más fuerte. Si tengo que pasar por una circunstancia similar os usaré como piedra de toque. Siempre seréis un referente a este respecto.
    Aprovecho este espacio y oportunidad para daros las gracias por el cariño, respeto y dignidad que le habéis dado a mi tío hasta su último aliento de vida.
    Siento un estado de comunión latente con vosotros, familia; y prometo seguir alimentando esa llama.

    Vuestro Sobrino y primo
    Luis Sánchez Montalbán

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

"Entre dos aleteos"

Inquietudes Desactivadas

🌈Resiliencia