Querida Rutina:

Nunca habría imaginado que hoy estaría escribiéndote estas líneas pidiendo que vuelvas. Llevo ya unos días que cada vez que me levanto es como si fuera sábado. Echo de menos que suene el despertador y que la opción de "dormir cinco minutos más" sea un problema porque después no voy a llegar a tiempo a clase. Levantarme e ir por el pasillo sin poder abrir los ojos, y de repente tener que ponerme rápido el desayuno y vestirme casi a la vez porque sino el bus de y 28 se va sin mí. Hacer el camino hasta Plaza Castilla, qué gusta da recordar el andar durante 10 minutos por la calle, ver cómo las niebla tapa las Torres Kio y cómo los coches pitan por el tráfico. Esperar la fila o los retrasos de la M-608 y saludar, como cada mañana, al simpático de Javi. Llegar a la universidad, saludar y ponernos a comentar el directo de OT del día anterior. Estar en clase viendo pasar diapositivas, mirar algún Whatsapp, y cómo no, irnos a ver a Pablo a la cafetería y tomarnos un zumito. Volver a clase después del descanso de 5 minutos de reloj. Escuchar como nos suenan a todas las tripas hasta que nos dan las 2 o las 3 de la tarde. Despedirnos, preguntando a qué hora entramos al día siguiente, e ir volando a comer. Y por la tarde... (suma y sigue)

Si te soy sincera estoy enfadada contigo, la sensación de no saber en qué día vivo es toda culpa de tu ausencia. Pero, ¿por qué has parado así golpe? Nuestra amistad siempre ha ido muy bien, mientras dos tareas no estuvieran superpuestas al mismo tiempo, todo seguía su ritmo. De hecho, yo nunca te he dejado de lado, si había algún plan que chocara con nuestros horarios yo misma lo he cancelado. No hacía falta ni pensar, entraba en Google Calendar miraba qué había hoy, cuánto tardaba en los trayectos y yo misma ejecutaba la acción.

Quizás, al principio todo me parecían unas vacaciones o una tarde larga de invierno. Ahora, ya casi nos hemos puesto al día con las series de Netflix los apuntes, la limpieza en casas... En definitiva, ahora soy más consciente de todo el tiempo que has sido nuestro motor sin a penas darme cuenta. Y si, digo nuestro, porque en cada una de las casas todos te hemos perdido. Antes cruzábamos un "hola ya vengo de..." y  un "adiós me voy a...", pero ahora nos cruzamos continuamente por el salón y el pasillo sin saber qué hora es.

Ayer estaba sentada leyendo un libro en la terraza y oí como dos niños (que aparentemente no se conocían) se preguntaban sus nombres y uno decía al otro: "yo ahora es que ahora estoy en casa porque mi cole está cerrado, ¿el tuyo también está cerrado?". Está claro, que tu ausencia nos está creando situaciones de extrañeza, de cambios, de caos, de adaptarnos, de preguntarnos... desde los más pequeños hasta los más mayores.

Que sí, que muchas veces nos hemos quejado de ti, de que nos tenías sin parar y a veces un poco encerrados y con demasiado estrés. Ahora, estoy valorando la libertad que me das querida rutina. ¿Por qué? Porque me doy cuenta de que no eres tan simple y estereotipada como muchas veces pensaba. Porque para que pudiéramos ir juntas, muchas más "piezas" tenían que estar sincronizadas contigo.

¿Nos habremos dado cuenta porque la academia de OT cierra? NO. Pero es un buen ejemplo, de que muchas veces no te hemos valorado, simplemente hemos dejado que las cosas siguieran en "modo automático" y nunca nos hemos parado a valorar las "piezas" que hay detrás. Y quizás es aquí donde entran esas "piezas", no son los espacios conocidos como la academia, las cadenas de televisión, un día de la semana... Al final quien hace que todo esto funcione son las PERSONAS. Si no hay cámaras, no hay profesores, no hay público, ni Roberto Leal... las cosas no funcionan.

Pilar, Miguel, David, Aurelia, Dioni, Catali, Antonio, Manu, Chari, Jimena, Lidia, Charlotte, Andrea, Ignacio, Ana, Javi, Pablo, MyM,  Maria, Lisa, Eloisa, Paula, Josua, Jorge... y muchísimos más son los que estaban siempre detrás de ti. Quizás cada vez que me he encontrado contigo no me daba cuenta de que cada una de estas personas era la que hacía sostenible que nuestra vida siguiera su ritmo normal.

No voy sin dejarte un recuerdo. Es la foto de la última semana que estuvimos juntas, en la que me quejaba por no dejarnos de ver. Sin embargo, ahora te digo de corazón que te echo de menos. Pero, ahora deseando volver a verte, te prometo que voy a cambiar esas etiquetas de colores, y fijarme en lo verdaderamente importante: Las personas protagonistas ("piezas") de mi rutina.



P.D: Si alguien más me está leyendo, un último "consejo": ¡no dejéis de buscarla!. Seguid con una rutina: trabajad/estudiad, haced deporte, hablar con vuestra familia, amigos, comed y descansad,  repartir las tareas de casa... En resumen, organizad el tiempo y seguid con vuestros horarios. De esta forma, no os sentiréis tan perdidos. Incluso, por qué no, quizás encontréis algo nuevo para incorporar cuando "ella" vuelva (alguna idea loca de las que surjan estos días como aplaudir a las 20, jugar en familiar, hablar más...). ¡Ánimo con la aventura!

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