Ama y ensancha el alma
¿Alguna vez has tenido la sensación de que el mundo era un pañuelo?
Hay una leyenda oriental llamada "El hilo rojo". Su argumento viene a decir que las personas estamos conectadas con otras a través de un hilo rojo desde el principio de nuestras vidas. Por tanto, cada uno estaría destinado a conocer a ciertas personas a lo largo de su viaje por el mundo. Este hilo nunca se podría cortar, solo puede estirarse o contraerse dependiendo de las circunstancias. Porque a pesar del tiempo que pase o las distancias físicas que nos separen, ese vínculo siempre permanece. Incluso, aunque las personas no sean conscientes de su existencia.
En muchas ocasiones, nos sucede que por muy lejos que vayamos de viaje nos encontramos con alguien que conocemos, o que nos ponemos a hablar con amigos y descubrimos que tenemos ciertos conocidos en común, o miramos en nuestras redes sociales y vemos contactos en común que nunca esperaríamos.
La realidad es que el mundo, a pesar de contener entorno a 7,70 mil millones de personas, muchas veces nos parece una caja de zapatos. Porque por mucha distancia que haya entre países, a poquito que hayamos conocido gente de diferentes procedencias, esos miles de kilómetros se van reduciendo.

A pesar de que es una leyenda, me parece una metáfora muy bonita para describir el sentimiento de unión que en la sociedad existe en estos días. No importa el país, la etnia, el género, el idioma, la edad, lo que importa es que todos somos personas. No sabemos con quiénes nos une ese hilo, pero sí que hay una fuerza que hace que las distancias sean más cortas. De hecho, la propia leyenda dice que ese conductor nunca se puede cortar, pero si se puede encoger en algunas circunstancias.
En un momento histórico como este, en el que las fronteras no deberían existir, solo una fuerza ante un mismo rival, estoy segura que muchos metros de hilo rojo se están empezando a enredar porque andan muy cerca. Pero, ¿cómo abatimos al enemigo? Con el "amor al prójimo". Y sí, he dicho un amor al prójimo, de y para quien no es creyente como el que sí lo es. ¿O es que todos los sanitarios, trabajadores de supermercados, transportistas, servicios de limpieza reciben una cuantía económica mayor que arriesgar su vida? Y, si alguien se atreve a decir que aquí el dinero es el motor, está muy equivocado. Porque para cada día de exposición al contagio y enfrentamiento a situaciones verdaderamente duras y difíciles de olvidar, no hay peso que pueda cuantificarlo.
Sin embargo, en esta batalla ya estamos todos dentro y no tenemos escapatoria. Teresa de Calcuta ya decía, "quien no sirve para servir no sirve para vivir", y no equivocaba. El hilo es el conductor del SERVICIO y AMOR que viaja por todo el mundo. En nuestras manos está hacer que estas circunstancias nos enreden o nos divida más. Porque en el hipotético caso de que quisiéramos intentar cortar el hilo, quizás es que no entendemos que al viaje venimos a vivir.
¿Y lo mejor de todo? Que no sabemos quién nos espera al otro lado del hilo, por tanto, ¿estás dispuesto a arriesgarte? Si el destino no va a romperse, ¿por qué dejar pasar una oportunidad? Ante una situación así, mejor echar un poco de ese amor que no entiende de diferencias, y si de paso, te acercas al otro extremo de tu hilo, habrás cumplido.
Nuestra caja de zapatos no necesita gente que empiece a dar vueltas en círculo, sino gente comprometida que esté dispuesta a buscar en cada esquina la otra punta del hilo rojo.
¡Ama, ama y ensancha el alma!
Comentarios
Publicar un comentario