Tocar la realidad
CREO QUE...
Durante estos días vivo pegada a un ordenador y un móvil, que estamos más conectados que nunca, que hablado con gente con la que hacia tiempo no tenía contacto, que he visto a personas pos skype que teníamos pendiente quedar desde hace tiempo, que he whatsappeado más de lo normal con otros...
Quizás, sea porque ahora empezamos a valorar el contacto con los otros, a que empezamos a echar de menos, a que nos sentimos solos, aburridos, encerrados... Pero no es algo que ocurra a una persona en un momento determinado. Sino que es algo más complejo que actúa simultáneamente en el día a día de muchos. En pocas palabras: Estamos viviendo de primera mano la situación por la que el otro está pasando. Ese sentir es el que nos permite ponernos de verdad en los zapatos del otro. Esto es empatía.
Antes, todos íbamos sobre ruedas en una misma carretera, con bastante gravilla y mucho tráfico de por la mañana, ese de las grandes ciudades. un gran caos alrededor, todos juntos pero separados en automóviles, con caminos cruzados y a contrarreloj. Sin embargo, desde hace unos días hemos tenido que aparcar los coches porque todo se ha detenido. ¿Qué hemos hecho? Los hemos cambiado por unas zapatillas de estar por casa (y poca gente puede ocultar que lleva días en pijama/chándal y pantuflas).
A mi me surge una pregunta, ¿Cuántas veces hemos hablado de nuestra gran empatía sin ponernos en las pantuflas de la otra persona? Puede que no hayamos sido conscientes, pero pocas veces hemos logrado de verdad llegar a sentir aquello que está pasando por el otro. Puede que este sea uno de los aprendizajes que nos esté dejando este tiempo. Por eso, es ésta, la empatía de estos días, la que nos permite acercarnos a los otros. (guardando ese metro de seguridad).
SIENTO QUE...
Hemos pasado de la empatía del creer a la empatía del sentir. ¿Vivir con la cabeza o con el corazón? No lo sé. Lo que sí se con certeza es que no es lo mismo tocar la realidad desde nuestros coches que desde nuestros zapatos aunque la carretera y el tráfico sean los mismos.Hace apenas 10 días ni mi cabeza ni mi corazón esperaban la "carretera" en la que hoy nos encontramos todos circulando. De hecho, me tomaba todo como un chiste. Sin embargo, es curioso como en poco tiempo mi cabeza se iba acomodando a las mismas paredes, la nueva rutina, la misma gente... pero mi corazón no acababa de sentir todo lo que alrededor sucedía. A día de hoy, puedo afirmar que sigue en proceso.
Hay dos aprendizajes muy básicos en los seres humanos: sensibilización y habituación. Cuando hablamos de sensibilización nos referimos a un aumento de la respuesta o activación por la continua repetición de este. Si nos referimos justo lo contrario, se produce la habituación que es cuando disminuimos nuestra respuesta por la continua repetición de un estímulo.
El confinamiento es ese estímulo que se nos repite, y del cual no salimos, nos implica una rutina, los mismos espacios, la misma gente... Mi cabeza decidió habituarse para protegerme, desde el primer o segundo día para que mi respuesta no fuera de ansiedad, miedo o frustración. Sin embargo, mi corazón cada día está un poquito más sensible.
Siento que llevo los mismos zapatos que mi familia, amigos, conocidos, y esta situación cada vez me toca más cerca. Ser sensible al sufrimiento, las situaciones de vulnerabilidad social, la soledad, la frustración, los bajones, los hospitales desbordados, la incertidumbre...
He pasado de un tercer plano en el que mi cabeza se iba habituando a marchas forzadas a un segundo plano en el que el corazón cada vez es más sensible. Estoy en ese punto en el que empiezo a tocar la realidad.
Pero, ¿te acuerdas de la metáfora de ir andando en los zapatos del otro? Antes o temprano, todos acabaremos tocando una realidad que de hecho, según pasan los días parece que nos moja un poquito más. Sin embargo, estar sincronizados con los que nos rodean hace que ese sentir sea compartido. Tiene efectos secundarios como recibir ánimos de gente que te aprecia, robar alguna sonrisa, sentirse comprendido, acompañado, descubrir cada día algo nuevo...
Para mí, son esas conversaciones las que me ayudan a caer y levantarme, a sensibilizarme y aprender, a compartir mis inquietudes, pensamientos y emociones. A darme cuenta, que aunque la pendiente crezca, siempre hay alguien que me acompaña al lado con unas pantuflas a juego.
Y tú, ¿cómo tocas la realidad?
Comentarios
Publicar un comentario