El Tiempo
¿Algo que no haya parado en medio de una epidemia mundial? El tiempo.
Pero, ¿qué es el tiempo? Es una magnitud física que nos permite ordenar los acontecimientos y determinar su duración. Sin embargo, muchas veces tenemos la sensación de que las manecillas del reloj, las hojas del calendario y las décadas no suceden entre ellas separadas por los mismos intervalos de tiempo. Cuántas veces hemos dicho, ¡uy que rápido se me ha pasado esta hora! o ¡ha sido la semana más larga de toda mi vida! Y es que la percepción del tiempo es muy subjetiva por mucho que siga su ritmo constante e infinito.
En estos días es curioso cómo, por mucho que parezca que todo se detiene, el tiempo es algo que está jugando a nuestro favor o en nuestra contra. Por un lado, todos decimos "un día más, un día menos" en el sentido de que cada día que pasa es un día menos para poder volver a salir a las calles. Pero, ¿a qué día nos estamos refiriendo? porque la realidad es que, cada día que pasa, también es un día más de este largo tiempo de confinamiento que llevamos. Cada hora que pasa la terrible cifra de fallecidos es mayor, y por tanto, hay personas a las que su tiempo se les ha acabado. Sin embargo, cada día también nacen nuevos bebés que aún no tienen noción de lo que es este motor vital. Al final, lo que es verdaderamente objetivo es que llevamos 31 días de confinamiento, y para algunos habrá sido el mes mas largo de su vida y para otros habrá pasado demasiado rápido. ¿De qué depende? De cuáles hayan sido nuestras expectativas y de cómo hayamos vivido estos días, o mejor dicho, cómo las circunstancias nos hayan dejado vivirlos.
Cuando pienso en el ritmo del tiempo, con su tic-tac, rápidamente lo asocio al ritmo cardíaco con sus sístoles y diástoles. Sin embargo, como hemos dicho al principio, ni una pandemia mundial hace parar el tiempo, ni siquiera retrasarlo, todo sigue su ritmo normal. Porque de hecho, por mucho que nos cueste creerlo este periodo es tiempo de vida, tiempo que nunca vamos a recuperar porque nadie va a tener una tecla para hacer "reset" y volver a comenzar en otras condiciones. Por el contrario, el ritmo de nuestro corazón tiene la capacidad de acelerarse y de volver a la situación de reposo, e incluso, de ser distinto entre unas personas y otras ante una misma situación. ¿Y entonces que tiene que ver una cosa con la otra? Desde mi punto de vista, quizás sea el corazón el encargado de marcar la percepción del tiempo. Y no, no hablo de un corazón desde el punto de vista del amor, sino de todo tipo de emociones, todo aquello que es capaz de conmovernos como es la alegría, pero también la pérdida de un ser querido, la celebración pero también la enfermedad, el estrés y también el aburrimiento.
Muchas veces cuando sentimos que todo va en nuestra contra o nos sentimos cansados, pero también cuando esperamos algo con muchas ganas, percibimos que el tiempo va muy despacio, que las horas no pasan y el final nunca llega. Pero, cuando estamos con las personas que más apreciamos, cuando llega ese momento que llevabas tanto tiempo esperando o cuando disfrutas con lo que haces, entonces el tiempo pasa volando. De hecho, muchas veces hemos llegado a pensar que el tiempo que dedicamos a preparar ciertas cosas, como una boda o una fiesta sorpresa al final no es proporcional al tiempo que pasamos disfrutando el evento en sí. Y yo me pregunto, ¿en qué ponemos nuestra mirada cuando pasa ese tiempo? Si estamos cansados solo esperamos que pasen las horas, que pasen las semanas. Diferente sensación a cuando estamos en aquella fiesta donde solo estamos pendientes de que no llegue la hora en la que tengamos que irnos.
En la cafetería de la facultad hay un cartel que siempre me ha llamado la atención: "Cada minuto que pasas enfadado son 60 segundos de felicidad que has perdido". ¡Y qué razón! Qué fácil es decidir estar un minuto enfadada, pero qué difícil sería renunciar a 60 segundos de estar contenta. ¿Al final quien le da el valor a ese tiempo? Nosotros y cómo todas esas circunstancias nos modelan si nuestras emociones influyen positiva o negativamente. Porque un abrazo, una sonrisa o una mirada cómplice son capaces de pararnos también el tiempo pero haciendo que esos 60 segundos hayan parecido un instante, mientras que esa mirada desafiante o ese reproche que puede producirse en menos de un segundo nos provoca horas de angustia y de estar pensando en las causas de esas conductas.
De esta paradoja del tiempo creo que saben más los que más experiencia acumulan. De hecho, recuerdo de cuando era pequeña cómo el tiempo pasaba tan lento, las tardes se hacían eternas y había horas y horas para aburrirse y divertirse. Pero ahora, si me pidieran un deseo entraría en las posibilidades pedir más tiempo para aburrirme, para estudiar y para disfrutar. ¿Y si nos fijamos en cómo percibimos que pasa el tiempo en otras personas? Me gustaría preguntar a mis abuelos con 80 años cómo se imaginaban ellos cuando eran niños a una persona con su edad ahora. No lo he hecho pero me lo puedo imaginar. En primer lugar, me dirían que no se acordarían bien, pero después puede que su respuesta fuera que no se lo imaginarían porque la gente no vivía tantos años. De cualquier forma, es muy probable que sus expectativas fueran muy distintas a como son ellos ahora, y se darían cuenta de que tampoco se han conservado tan mal ni física ni psicológicamente a como hubieran esperado, en la mayoría de los casos.
Y, volviendo al presente, recordad que el tiempo sigue en marcha. De hecho, si quieres tocar realidad he de decirte que llevas aproximadamente 744 horas, que son 44.640 minutos, que son 2.678.400 segundos confinado, tiempo que probablemente ninguno de nosotros nunca antes haya vivido de esta forma, y ojalá nunca más volvamos a vivir. Pero esto irá aumentando día tras día, y puedes pensar que el tiempo va en tu contra sumando más horas de falta de libertad o que quizás sea esta una oportunidad para sentir de verdad las 24 horas o las 1.440 minutos o los 86.400 segundos del día y aprender a vivir de una forma distinta. Ojo, que aprender y vivir no siempre quiere decir que aquello que nos conmueve sea positivo porque eso sería falso. A lo que me refiero es que todo ese tiempo indefinido que nos queda podemos aprovecharlo para reír, llorar, jugar, descansar, estudiar, discutir, leer, cantar, aburrirnos, descansar, echarnos de menos, aprender a valorar... y tantas y tantas cosas más. Y es que al final, como dice en el siguiente vídeo "lo que importa no es el tiempo sino lo que haces con él". Porque cómo pase el tiempo va a depender de los sucesos que vayan aconteciendo, pero también de la gente que te rodee en esos momentos y la forma en que decidas vivirlos.
La relatividad del tiempo.... y tú, ¿qué harías si te quedan 24 horas? Aquí una pequeña reflexión que puede ayudar, o quizás hacerte más preguntas.
Comentarios
Publicar un comentario