Emocionados


Una de mis películas favoritas es "Del Revés", una producción de Disney que nos habla tanto a pequeños como a mayores acerca de cómo funciona nuestro cerebro. Las protagonistas son las cinco emociones básicas durante todo el argumento, y éstas tendrán que ayudar a Riley (una preadolescente) a superar los retos de cada día. También aparecen como otros protagonistas los recuerdos que ha ido almacenando durante su vida, y las islas de personalidad que ha ido formando. Sin embargo, no es la única persona que aparece, y durante toda la película irá enfrentándose a situaciones en las que aparecen sus padres y sus amigos.

Las emociones

Cuando hablamos de emociones básicas nos referimos a alegría, tristeza, miedo, asco e ira. Son las que controlan la conducta y los pensamientos de Riley desde el centro de control. En el caso de la protagonista parece que le jefa es Alegría, sin embargo, en el caso de su madre es Tristeza y en el de su padre Ira. Como podemos ver, no todos tenemos el mismo "centro de control" y algunos tenderemos a dejarnos llevar más por la ira y otros a ser más positivos. En la medida que nuestras emociones tomen el control en un momento determinado, nuestras conductas serán unas u otras. Lo podrás comprobar en el siguiente vídeo:


Estas emociones son las responsables de ir "tiñendo" los recuerdos. La forma en que sentimos lo que estamos viviendo determinará en gran parte cómo lo recordemos. Por ejemplo, imaginemos que estoy andando con un vaso hacia la mesa, me resbaló y me tiro el agua encima. Podría tomármelo a risa y pasar un momento divertido o podría enfadarme conmigo misma porque creo que soy muy torpe. Ante un mismo hecho, mi recuerdo podría ser amarillo (alegría) o rojo (ira). Con esto a lo que me refiero, es que las emociones también determinan cómo "grabamos" nuestra nuestras experiencias, la película de nuestra vida.

Con esto no quiero decir que el color o emoción de la cual esté pintado el recuerdo determine que sea mejor o peor. No, todo lo contrario. Ni mucho menos todo debe ser amarillo (alegre) como muchas veces pensamos. La intensidad y el tipo de emoción, en gran parte, vendrá determinada por nuestra edad, nuestras experiencias pasadas y la forma que tenemos de interpretar los hechos. En Riley, la mayoría de recuerdos son alegres, pero esto se debe a que es una niña cuya vida, por lo general, ha sido bastante agradable. Sin embargo, cuando comienza la adolescencia sus huellas de memoria se empiezan a teñir de varios colores respecto a un mismo recuerdo. Y es que, como bien sabemos, según vamos creciendo vamos adquiriendo más habilidades para reconocer lo que sentimos y para ver que una misma cosa no siempre es blanco o negro. Porque la realidad es que no hay reglas que rijan cómo nuestro cerebro se emociona.

RECONOCER. Este verbo es quizás la pieza clave y fundamental para poder vivir emocionados funcionalmente. Cada vez desde más pequeños es necesario enseñar a los niños, y cuánto más a los mayores, a poner nombre a aquello que estamos sintiendo, aquello que mueve algo en nosotros y que nos hace actuar de cierta forma. Etiquetar esas mariposas en el estómago, ese rubor en las mejillas, esa angustia en el pecho, esas ganas de llorar, esas ganas de pegar un golpe encima de la mesa o de chillar es fundamental para poder gestionar nuestros pensamientos y conductas futuras. Y en días de confinamiento muchísimo más, pero no solo en los adultos sino también en los más pequeños. Las ganas de chillar, de contestar de malas formas continuamente o de querer estar solo, pueden ser síntomas de que estamos enfadados. Sin embargo hay dos caminos, el primero es dejarnos llevar por esos impulsos sin saber por qué o creyendo que hemos perdido el control, y el segundo ponerle la etiqueta "estoy enfadada".

Si elegimos el segundo camino entonces los siguientes pasos irán rodados: podremos comprender por qué tenemos ciertas conductas y pensamientos, podremos saber cómo manejarlas y finalmente, podremos utilizarlas. En definitiva, estaremos en camino de utilizar la famosa "Inteligencia Emocional". Pongo un ejemplo en estos días de confinamiento: me siento decaída, con ganas de llorar, sin poder hacer actividades que me gustan y echando mucho de menos a personas que aprecio. Percibo estos síntomas y reconozco que estoy triste. Comprendo que es normal que en una situación tan compleja como esta me sienta así y que lo exprese con esos comportamientos. Después ya estaré en disposición de primero sentirme triste y después buscar estrategias para poder manejar esa emoción y no sentirme encerrada en ella como buscando actividades que me gusten o hablando con alguien. Finalmente, ¿cómo puedo utilizar esa emoción? Reconociendo y expresando lo que siento a otras personas, componiendo canciones, poniéndome en la piel de aquel que también tiene esa emoción, escribiendo... Todo es parte de un proceso que quizás culmina con esta parte más difícil que más depende de nuestra experiencia manejando las emociones. Sin embargo, ante todo, la clave es ponerlo en práctica.

Resumiendo, si quieres tener el control de lo que pasa por tu cerebro mas vale que empieces a reconocer y llamar por su nombre a las emociones porque, en los momentos en los que parece que no tenemos el control, identificarlas nos ayudará a volver a tener los mandos. A todo esto añadamos que no vivimos solos y debemos saber que cada uno tiene un centro de control distinto, y por tanto, cada persona interpretará y recordará las mismas experiencias desde su punto de vista, desde su manejo emocional. De cualquier caso tan importante es saber comprender las emociones de los otros como las propias.

Y tú, ¿sigues pensando que solo puedes emocionarte de alegría? Como puedes ver en el siguiente vídeo nuestros recuerdos están compuestos por multitud de emociones, y unas emociones necesitan de otras. Piensa por un momento qué pasaría si todo el rato viviéramos experiencias felices ¿cómo sabríamos que lo son si no experimentamos lo contrario? ¿y si continuamente nos asusta todo y no somos capaces de enfrentarnos a la realidad? ¿y si continuamente sentimos esa tristeza que nos hace estar por los suelos? ¿y si todo nos diera asco y fuéramos continuamente escrupulosos? ¿y si no nos enfadáramos nunca con nadie porque "todo nos parece bien"?

Toma los mandos de tu control emocional y enfréntate a todo tipo de experiencias porque "sentir emociones es lo que hace a nuestra vida rica" (D.Goleman)


Ya sabes, quizás sea buen momento para ver "Del Revés" por primera o quinta vez...

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