¿Qué hago si tengo dolor de mente?

Pincha aquí y podrás empezar a conocer de qué va todo esto...
Pablo Motos habla sobre higiene mental
Anoche Pablo Motos cedió unos minutos de oro, que pocas veces se conceden a hablar sobre la "higiene mental". Pero, ¿qué es esto? No, no es un tema tabú. Para mí, es cuidarnos lo más importante que tenemos, nuestra mente, que es capaz de controlar todo lo que somos: conductas, emociones, pensamientos, relaciones sociales, espiritualidades, autoestima, motivaciones...
Como en anteriores ocasiones he podido comentar, esta situación tan complicada va a tener consecuencias sobre múltiples planos y uno de ellos, sin duda alguna, es sobre nuestra psicología. La psicología no es una ciencia de "locos" ni "trastornados mentales". La psicología tiene como objetivo mejorar la calidad de las personas, todos los hombres y mujeres, mayores y pequeños. ¿Cómo? A través de la salud mental, entre otras muchas áreas, ofreciendo estrategias a las personas para que sepan identificar qué es lo que les ocurre y cómo pueden controlarlo.
Entonces, ¿tengo que estar enfermo? NO. En primer lugar, el psicólogo no es un médico porque nuestra misión no es encontrar unas causas biológicas como puede ser un gen concreto, una lesión cerebral o un déficit de dopamina. Nosotros creemos y partimos de modelos en los que la propia persona y su entorno influyen sobre lo que pasa en su cerebro, y viceversa, lo que ocurre en su cerebro afecta a la persona y su entorno. Por tanto, creemos en la capacidad de cambio de la persona por sí mismo, sin necesidad de fármacos y sabemos que todos somos vulnerables a sufrir cualquier enfermedad mental.
Como bien dice el vídeo, cuando nos rompemos la pierna sabemos que tenemos que acudir al traumatólogo, que nos tocará estar un tiempo con escayola y muletas, y finalmente, acabaremos haciendo rehabilitación. Pero, ¿acudimos a alguien cuando sentimos que las cosas por nuestra cabeza no van bien? Y es mas, ¿acaso no acudimos al médico para hacernos revisiones cada cierto tiempo sin que nos pase nada? ¿Dedicamos tiempo y medios para revisar si nuestras cabezas funcionan bien? No lo creo.
Sin embargo, no creo que sea nuestra culpa no cuidar nuestra salud mental. Simplemente fijémonos en cuántos centros de salud existen especialistas en este área, en caso de que los haya. Nadie nos enseña a que el cuidado de la mente es igual de importante que el del cuerpo. De hecho, parece que creemos que mente y cuerpo siguen siendo dos entidades distintas, y sin embargo, hay evidencias suficientes como para afirmar que una depende de otra, y que es fundamental el cuidado de ambas para tener bienestar. ¿Qué pasa cuando nos rompemos una pierna y no podemos hacer todo lo que nos gustaría? Nos frustramos, estamos tristes y no nos sentimos competentes. Sin embargo, ¿quién se para a pensar qué pasa cuando alguien sufre depresión? En este caso, también el cuerpo deja de funcionar, disminuye el apetito, varían las horas de sueño, se realiza menos ejercicio físico... Pero, si es tan importante, ¿por qué no le prestamos el cuidado que se merece?
Han sido numerosos los estigmas que se han ido formado tanto para las personas que acuden al psicólogo como para los profesionales del área. Muchas veces, intentando mostrar una imagen deshumanizadora, de personas violentas, irrecuperables, débiles, marginadas... y de un terapeuta loco, en un diván, que empieza a divagar e interpretar sueños. La realidad es que ninguna de estas dos ideas es lo que uno se encuentra en la vida cotidiana. Pero, sobretodo, no acuden locos, enfermos o trastornados, sino personas que como cualquiera acudiría al médico cuando se encuentra mal, acuden al psicólogo para mejorar su calidad de vida. Y sobretodo, es importante entender que igual que cuando nos fracturamos una extremidad, no somos culpables del daño, cuando las cosas no funcionan en nuestra vida o nuestra mente, tampoco tenemos que sentir esa culpa o esa pérdida de control absoluta sobre nosotros mismos.
Llevamos 40 días de estado de alarma y ya se predicen aumentos en casos de ansiedad, depresión y estrés postraumático. Pensamos una cosa ¿alguno es culpable o ha cambiado algo de sí mismo para poder padecerlos? La realidad es que, la mayoría, nos encontramos bajo las mismas condiciones ambientales impuestas ante una amenaza vírica. Por tanto, todos estamos expuestos ante tal acontecimiento que nos hace ser más vulnerables a la hora de padecer una enfermedad mental. Sin embargo, cada persona desarrollamos distintas estrategias de afrontamiento para llevar día a día tantos estresores, y cada uno tenemos una historia personal, distintos apoyos sociales, distintas fortalezas, distinto nivel socio-económico, distintos rasgos de personalidad... y así, habría tantas posibilidades distintas como personas para enfrentarse a una situación común para todos. Y, aún habiendo tantas posibilidades, ninguna persona sería capaz de cuidar su salud mental por sí mismo, porque nadie se operaría, se solucionaría una fractura, se haría análisis y muchas pruebas más para auto-diagnosticarse y tratarse sin pedir más opiniones, ¿verdad? En consecuencia, tener "higiene mental" tampoco es cuestión de autoayuda, no se cuida sola y pedir ayuda está en las manos de cada uno.
Sin embargo, esa educación en salud mental creo que indudablemente tiene que inculcarse desde los primeros años de vida. Igual de importante es conocer las partes del cuerpo como nombrar las emociones, saber qué grupo sanguíneo eres como conocerte a ti mismo, saber realizar una RCP como conocer técnicas de relajación. Y es que, igual que existen las operaciones, las transfusiones de sangre, la ortopedia y muchas más, también hay muchas herramientas para tener el control de nuestro cerebro y todo lo que ello implica. Primero, es fundamental conocer cómo funciona nuestra atención, percepción, memoria, lenguaje, emoción, motivación, procesos de aprendizaje y luego cómo fácilmente muchas veces no funcionan como deberían y finalmente, cómo recuperar los mandos o mejorar ciertas facultades. Porque sí, nuestro cerebro es plástico y tiene la capacidad de aprender, y adaptarse a las condiciones mas adversas en muy poco tiempo.
En definitiva, debemos aprender y enseñar salud mental a todos los niveles. Si mejoramos la forma en que manejamos todos los procesos cerebrales, y por tanto, emocionales y conductuales, seremos capaces de mejorar nuestra calidad de vida. Quizás en estos días los niños no estén trabajando todos los objetivos que se plantearon a principio de curso, quizás el rendimiento de muchos trabajadores haya disminuido con el teletrabajo, pero si hay algo que ha aumentado es nuestra conciencia acerca de nuestra psicología. Nuestra mente es la que no para de estar trabajando todo el día, la que nos hace conscientes de la situación en la que vivimos, la que nos muestra emociones que parecen incontrolables, la que cambia nuestros ritmos de sueño, la que es capaz de hacer nuestros días más o menos llevaderos. No estaremos aprendiendo contenidos de matemáticas o mejorando las relaciones con los compañeros de trabajo en la hora del café, pero sí estamos viendo cómo las emociones emergen cada día, como la incertidumbre es capaz de provocarnos pensamientos negativos y mucho miedo, como los procesos de enfermedad o duelo requieren ser atendidos.
Ojalá que está cuarentena no solo nos pase factura a nivel mental y físico, sino que verdaderamente seamos capaces de tomar conciencia de la importancia que tiene cuidar mente y cuerpo de forma conjunta. Porque ¿quién no quita la posibilidad de una pandemia referida a la salud mental? ¿Es que no hay enfermedades neurológicas o trastornos mentales que irrumpan abruptamente en la vida de muchas personas afectando gravemente a su calidad de vida?
Sin embargo, no creo que sea nuestra culpa no cuidar nuestra salud mental. Simplemente fijémonos en cuántos centros de salud existen especialistas en este área, en caso de que los haya. Nadie nos enseña a que el cuidado de la mente es igual de importante que el del cuerpo. De hecho, parece que creemos que mente y cuerpo siguen siendo dos entidades distintas, y sin embargo, hay evidencias suficientes como para afirmar que una depende de otra, y que es fundamental el cuidado de ambas para tener bienestar. ¿Qué pasa cuando nos rompemos una pierna y no podemos hacer todo lo que nos gustaría? Nos frustramos, estamos tristes y no nos sentimos competentes. Sin embargo, ¿quién se para a pensar qué pasa cuando alguien sufre depresión? En este caso, también el cuerpo deja de funcionar, disminuye el apetito, varían las horas de sueño, se realiza menos ejercicio físico... Pero, si es tan importante, ¿por qué no le prestamos el cuidado que se merece?
Han sido numerosos los estigmas que se han ido formado tanto para las personas que acuden al psicólogo como para los profesionales del área. Muchas veces, intentando mostrar una imagen deshumanizadora, de personas violentas, irrecuperables, débiles, marginadas... y de un terapeuta loco, en un diván, que empieza a divagar e interpretar sueños. La realidad es que ninguna de estas dos ideas es lo que uno se encuentra en la vida cotidiana. Pero, sobretodo, no acuden locos, enfermos o trastornados, sino personas que como cualquiera acudiría al médico cuando se encuentra mal, acuden al psicólogo para mejorar su calidad de vida. Y sobretodo, es importante entender que igual que cuando nos fracturamos una extremidad, no somos culpables del daño, cuando las cosas no funcionan en nuestra vida o nuestra mente, tampoco tenemos que sentir esa culpa o esa pérdida de control absoluta sobre nosotros mismos.
Llevamos 40 días de estado de alarma y ya se predicen aumentos en casos de ansiedad, depresión y estrés postraumático. Pensamos una cosa ¿alguno es culpable o ha cambiado algo de sí mismo para poder padecerlos? La realidad es que, la mayoría, nos encontramos bajo las mismas condiciones ambientales impuestas ante una amenaza vírica. Por tanto, todos estamos expuestos ante tal acontecimiento que nos hace ser más vulnerables a la hora de padecer una enfermedad mental. Sin embargo, cada persona desarrollamos distintas estrategias de afrontamiento para llevar día a día tantos estresores, y cada uno tenemos una historia personal, distintos apoyos sociales, distintas fortalezas, distinto nivel socio-económico, distintos rasgos de personalidad... y así, habría tantas posibilidades distintas como personas para enfrentarse a una situación común para todos. Y, aún habiendo tantas posibilidades, ninguna persona sería capaz de cuidar su salud mental por sí mismo, porque nadie se operaría, se solucionaría una fractura, se haría análisis y muchas pruebas más para auto-diagnosticarse y tratarse sin pedir más opiniones, ¿verdad? En consecuencia, tener "higiene mental" tampoco es cuestión de autoayuda, no se cuida sola y pedir ayuda está en las manos de cada uno.
Sin embargo, esa educación en salud mental creo que indudablemente tiene que inculcarse desde los primeros años de vida. Igual de importante es conocer las partes del cuerpo como nombrar las emociones, saber qué grupo sanguíneo eres como conocerte a ti mismo, saber realizar una RCP como conocer técnicas de relajación. Y es que, igual que existen las operaciones, las transfusiones de sangre, la ortopedia y muchas más, también hay muchas herramientas para tener el control de nuestro cerebro y todo lo que ello implica. Primero, es fundamental conocer cómo funciona nuestra atención, percepción, memoria, lenguaje, emoción, motivación, procesos de aprendizaje y luego cómo fácilmente muchas veces no funcionan como deberían y finalmente, cómo recuperar los mandos o mejorar ciertas facultades. Porque sí, nuestro cerebro es plástico y tiene la capacidad de aprender, y adaptarse a las condiciones mas adversas en muy poco tiempo.
En definitiva, debemos aprender y enseñar salud mental a todos los niveles. Si mejoramos la forma en que manejamos todos los procesos cerebrales, y por tanto, emocionales y conductuales, seremos capaces de mejorar nuestra calidad de vida. Quizás en estos días los niños no estén trabajando todos los objetivos que se plantearon a principio de curso, quizás el rendimiento de muchos trabajadores haya disminuido con el teletrabajo, pero si hay algo que ha aumentado es nuestra conciencia acerca de nuestra psicología. Nuestra mente es la que no para de estar trabajando todo el día, la que nos hace conscientes de la situación en la que vivimos, la que nos muestra emociones que parecen incontrolables, la que cambia nuestros ritmos de sueño, la que es capaz de hacer nuestros días más o menos llevaderos. No estaremos aprendiendo contenidos de matemáticas o mejorando las relaciones con los compañeros de trabajo en la hora del café, pero sí estamos viendo cómo las emociones emergen cada día, como la incertidumbre es capaz de provocarnos pensamientos negativos y mucho miedo, como los procesos de enfermedad o duelo requieren ser atendidos.
Ojalá que está cuarentena no solo nos pase factura a nivel mental y físico, sino que verdaderamente seamos capaces de tomar conciencia de la importancia que tiene cuidar mente y cuerpo de forma conjunta. Porque ¿quién no quita la posibilidad de una pandemia referida a la salud mental? ¿Es que no hay enfermedades neurológicas o trastornos mentales que irrumpan abruptamente en la vida de muchas personas afectando gravemente a su calidad de vida?
Comentarios
Publicar un comentario