Desescalando

Recuerdo hace unas cuantas semanas cuando escribí la entrada "Buceando en la incertidumbre"

Hoy, un mes y algunos días después parece que eso que describía como un repecho se ha vuelto una bajada. Porque sí, para qué nos vamos a engañar cada día estamos más cerca de la meta con la que acababa ese mismo post "estar todos juntos en las calles y en los bares contando nuestras aventuras en casa". Sin embargo, seguimos con la incertidumbre de cómo y cuándo se producirá ese momento.

El camino desde luego que no ha sido fácil. A mi personalmente me cuesta pensar en todo lo que he vivido estos días desde casa. Hay veces que me paro a pensar en todo lo que he hecho, en lo que aún me queda por hacer, y en aquello que ha transformado algo en mí, y la verdad que parece un mundo. Pero hay otras veces en las que pienso que aún nos queda mucho por delante, que no puede ser que en una semana las cosas empiecen a cambiar tan drásticamente. Y es que sí, parece que la desescalada ha empezado desde que empezamos a ver niños en las calles. 

Pero, ¿estamos preparados? No voy entrar en el discurso de la responsabilidad o no parental, ni en las indicaciones gubernamentales. Lo que hoy me pregunto es si verdaderamente estamos preparados psicológicamente para salir aunque nuestro cuerpo nos lo pida a gritos. "Miedo a volver" sería el título de una buena novela para describir este retorno a una disfrazada normalidad. No hablo de formas ni métodos, ni distancias físicas, ni uso de mascarillas o guantes, hablo de cómo reaccionaremos ante el contacto con las otras personas.

Muchas personas cuando van a la montaña prefieren las bajadas que las subidas porque dicen que la pendiente te empuja y el esfuerzo aeróbico es menor. Yo, personalmente, después de dos operaciones de rodilla prefiero subir que bajar. ¿Por qué? Porque la bajada me empuja sin yo quererlo, ejerce sobre mi una fuerza que tengo que paralizar y soportar con mi rodilla, la cual no frena como yo quisiera. Y así, de alguna forma este ejemplo puede explicar nuestra experiencia.

Al principio todos partíamos de la misma situación: un virus que venía de lejos al cual no le hacíamos mucho caso porque no éramos conscientes de la repercusión que iba a tener. Poco a poco, hemos ido subiendo esa montaña y cada uno a su ritmo según las circunstancias y su entorno se veía afectado. Para algunos ha sido un camino de muchísimo esfuerzo, en el que ha habido momentos de quedarse sin aire y perder algún compañero por el camino. Para otros ha sido un camino de acompañamiento en el que tocaba cargar con la mochila del otro cuando las energías eran mínimas. Para otros ha sido un camino constante en el que simplemente se han ido acomodando a los baches de cada día. Distintas experiencias y ritmos pero todas han vuelto a coincidir en la cima. ¿Y ahora? El descenso tiene como objetivo volver a la rutina y a una aparente normalidad. Pero, ¿todos seremos capaces de llegar hasta el fin en las mismas condiciones? 

Ayer vimos ejemplos de personas que bajaron demasiado rápido y no fueron conscientes de todo el esfuerzo que había supuesto llegar hasta el punto de hoy, quizás porque se dejaron llevar demasiado por sus impulsos. Sin embargo, tenemos que ser prudentes porque ahora habrá un plan que antes no había, habrá una progresiva apertura en contraposición a la drástica clausura de todo pero los tiempos no serán los mismo de nuevo para todos. Estoy segura que para muchos esta "experiencia", por llamarlo de alguna forma, habrá sido un aprendizaje pero para otros no habrá sido más que una pérdida de tiempo.

Para mí, las carreras de resistencia tienen que marcar un antes y un después y por eso, creo en las desescaladas progresivas en las que cada persona necesita un modo de afrontamiento distinto, un tiempo y un espacio. No sé si me equivoco, pero por mucho que todos deseemos volver a ver a los nuestros y echemos de menos la vida social creo que algo algunas costumbres van a cambiar, al menos, al principio. Si seguimos con la incertidumbre de saber si podemos transmitir o no el virus, hoy me hacía una simple pregunta: ¿cómo saber que no estoy contagiando a quién más quiero? ¿cómo volveremos a relacionarnos?

Efectivamente, muy probablemente nos vamos a enfrentar a nuevas barreras, a nuevas dudas y nuevas situaciones de aprendizaje. Podríamos desesperarnos, pensar que esto no tiene solución y que nada va a volver a ser igual; o podemos hacer una desescalada progresiva psicológicamente en la que partamos de todo lo trabajado, valorado, aprendido y puesto en marcha en estas semanas para ir aterrizando poco a poco en nuestro planeta. Porque sí, habrá un antes y un después y nosotros deberemos ir adaptándonos a las circunstancias, como los humanos tantas y tantas veces hemos hecho anteriormente. 

Mira la foto, estás ahí preparado para el descenso. Y ahora te pregunto, ¿con qué actitud afrontas este nuevo reto? ¿qué miedos o incertidumbres son las que se plantean ahora? ¿cómo los vas a hacer frente? ¿qué has aprendido? ¿con quiénes cuentas a tu alrededor? ¿cuál es tu fortaleza que te ayudará a frenar y no caer de golpe?

Prepárate para una nueva aventura, para ir aterrizando y poniendo los pies en el suelo. Eso sí, con prudencia y paso a paso. No quieras correr demasiado, respeta tu ritmo. Cuenta con las personas que te rodean. Pero sobretodo, no olvides el esfuerzo de tantas y tantos para llegar hasta donde estamos.







Comentarios

  1. Ese es mi mayor miedo.... No saber si somos portadores de este virus e infectar a las personas que queremos... Ojalá casi todos fuesemos ya inmunes y nos pudiesemos ayudar a bajar de la cima pero dándonos la mano sin miedo y al llegar abajo construyamos un nuevo poblado donde convivir todos juntos buscando el bien común

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Brindamos por ti Antoñito

Mirar más allá

Querida Rutina: